Un cuento de Rodrigo Fernandez Parma, año 2010.
Porque te miro y te creo, porque tu revolución es parte de mis ojos, porque tu llanto se mete en mis sueños y me hace erguido en lo cotidiano, porque aunque no sea árabe nadie me puede prohibir que seas mi Palestina y que tu sangre sea el arroyo de mi sentir revolucionario, porque algún día el grito de tu gente será mi cantar a capella, porque tu patria es mi patria y la mía es tuya, porque atónito frente a las masas te contemplo hermosa y determinante, con tu voz pausada y tu paso a pasa que me lleva tan lejos como lo esperé porque tu pueblo ya es mío y nadie lo puede intrincar ni cercenar, porque el eco de tus labios besa mi tierra y tu tierra es tuya como tuyos son los cantos, las flores, los mates y el vino que me alegra la vida, porque no nos van a impedir la voz, porque tu muerte no tiene existencia, el amor de tu pueblo hace mis caminos y tanto amor no tiene domicilio fijo, porque te puedo mirar a los ojos sin vergüenza y tus aberraciones serán solo un sueño feo, porque no les creo ni les voy a creer nunca, porque estar a tu lado es tener un árbol preciso que deja raíces fecundas y coloridas, porque alguna vez te he llorado y no siento temor de tu eterna compañía, porque los temores son imposibles si te beso en sueños, porque tu convicción es el arraigo de mi incipiente libertad que no han podido talar en algún otoño inventado, porque te pienso libre y soberana, justa y digna, valiente y preciosa, grande desde tu nacimiento y tus nacimientos, porque me querrán cortar las manos para que no te escriba, pero no me atormenta porque engrandeces y me haces creer en la paz y la hermandad pero con la firmeza de un mástil en el que se enarbolan nuestras banderas, y porque dentro de ti hay algo que me pertenece que es la idea inquebrantable de la bondad y la verdad, que te acompaña como savia de tu vida y hace mi parecer, es poer eso que todo el rojo de tu sangre vertida será el rojo de la revolución, el rojo de una revolución que es tu vida y mi vida.